La adopción de una perspectiva del desarrollo humano implica el reconocimiento del desarrollo como un proceso que va más allá de las preocupaciones económicas o de un sector en particular, en donde se respetan las decisiones y las libertades de las personas y tratan de ampliarse las capacidades y oportunidades para todos. El enfoque del desarrollo humano concibe a la gente en el centro del proceso de desarrollo, y su calidad de vida como el objetivo final, a diferencia de otros enfoques que se basan en la acumulación de riqueza y la búsqueda del interés propio.
Con el objetivo de operacionalizar el enfoque, y siguiendo a Haq (1995), toda estrategia o política orientada a promover el desarrollo humano debe basarse en cuatro principios o meta-valores: eficiencia o productividad, equidad, empoderamiento y participación, y sosteniblidad.
Eficiencia
Se refiere al uso óptimo de los recursos y la gestión de los procesos para aumentar la base material, con el objetivo último de ampliar las libertades de las personas. Si bien la riqueza material no es el fin del proceso de desarrollo, ésta se considera como un poderoso medio que permite alcanzar otras capacidades y funcionamientos, como el acceder a educación, salud, agua potable, vivienda. La medida del éxito de un programa debe medirse en función de las libertades que permite conseguir, no de los recursos materiales que se logran acumular.
Dado que los conocimientos son un insumo fundamental en la producción de bienes y servicios (junto con el capital, la tierra y la fuerza de trabajo), y los poseedores de conocimientos son las personas, una mayor eficiencia se logra desarrollando a la gente, es decir, invirtiendo en las condiciones de vida y habilidades de los trabajadores.
Ante un programa o política de desarrollo cabe hacerse las siguientes preguntas relacionadas con el principio de la eficiencia:
¿En cuánto mejora la calidad de vida de las personas/habitantes de un país a partir de los recursos que se generen por dicha política? ¿Los resultados conseguidos son los óptimos dados los insumos utilizados? ¿Se demanda mano de obra calificada o de baja calificación? ¿Qué instrumentos posee la política para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores? ¿Y de la comunidad donde se desarrolla? ¿Cómo se redistribuyen los recursos generados por la política en la sociedad? ¿Lo recaudado en materia de impuestos y tasas de exportación se reinvierte en inversión social?
Equidad
Se refiere al acceso equitativo a las oportunidades y garantías de igualdad de derechos y deberes. En base a una razón de justicia universal, todas las personas son iguales sólo por su carácter de ser humanas, sin importar su origen, etnia, sexo, religión, clase o cualquier otra distinción. Es decir que sin importar dónde ha nacido una persona, o con qué sexo, o bajo cuál clase social, tiene derecho a disponer de las mismas oportunidades que cualquier otra. Se refiere a “nivelar el terreno” para que todos cuenten con las mismas oportunidades de liderar la vida que desean y valoran. La equidad es a la vez un fin en sí mismo, y un medio para impulsar el desarrollo. Es decir, propugnar por una mayor equidad en las políticas públicas tiene valor en sí mismo, sin importar si esa mayor equidad permite a su vez expandir el ingreso o conseguir otros funcionamientos. Por lo que avanzar en la equidad implica avanzar en el desarrollo humano. Sin embargo, debemos considerar que las desigualdades afectan a su vez el desarrollo. Por lo tanto, tanto por razones constitutivas (fin) como instrumentales (medio), la equidad debe ser un objetivo central de las políticas públicas.
Asimismo, la equidad debe promoverse en dos niveles: equidad intrageneracional u horizontal, y equidad intergeneracional o vertical.
Equidad intrageneracional u horizontal: Es la equidad entre las personas que pertenecen a una misma generación. Entre pobres y ricos, hombres y mujeres, sector urbano y rural, origen indígena y no indígena. Esto es lo que hemos discutido hasta este momento.
Equidad intergeneracional o vertical: Es la equidad entre la generación presente y las generaciones futuras. También se lo conoce como “sosteniblidad” y lo abordaremos más adelante.
Es importante tener en cuenta que la promoción de la equidad, ya sea entre hombres y mujeres, personas de origen indígena y no indígena, etc., debe ser abordada de manera explícita en toda política pública o programa de desarrollo. Para ello deben evaluarse inicialmente las condiciones de desequilibrios existentes y contemplar en el diseño de las políticas las herramientas con las cuales se pretende corregir estos desequilibrios. Asimismo, deben diseñarse indicadores de seguimiento, apoyados con estadísticas diferenciadas para cada grupo, que permitan dar cuenta de la evolución en términos de equidad durante la vida de la política o programa. Ninguna política pública es neutral a los problemas de equidad.
Por último, pero no menos importante, es necesario considerar que las desigualdades de género se originan por los diferentes roles socialmente asignados a los hombres y las mujeres, y que actualmente existen grandes desequilibrios de poder en la mayoría de las sociedades modernas que benefician a los hombres y perjudican a las mujeres. Por ello, las políticas de desarrollo deben abordar explícitamente este problema e incluir herramientas y mecanismos que permitan ampliar las capacidades de las mujeres para que estén en igualdad de oportunidades que los hombres.
Algunas de las preguntas que se deben formular al momento de evaluar el impacto de una política pública en términos de equidad son:
¿La política impacta de igual manera en los hombres que en las mujeres? ¿Qué mecanismos se incluyen para impulsar la equidad de género teniendo en cuenta las desigualdades iniciales sociales, culturales, económicas que perjudican a las mujeres? ¿Cómo se abordan los desequilibrios de poder dentro del hogar? ¿Se incluyen instrumentos que permitan el acceso de las mujeres al crédito y a la propiedad de bienes? ¿La política ayuda a corregir los roles sociales tradicionalmente asignados a los hombres y mujeres? ¿La política tiene el mismo impacto en las áreas rurales que en las urbanas? ¿Por cuáles mecanismos se piensa igualar las oportunidades de acceso a la educación o la salud de las personas en los sectores rurales respecto de los urbanos? ¿Se han considerado las diferencias culturales de los diferentes sectores de la sociedad en el diseño y la implementación de la política?
Empoderamiento y participación
Se vincula con la capacidad de agencia que tienen las personas para participar del proceso de desarrollo. El empoderamiento es el proceso individual y colectivo de adquirir poder para tener la capacidad de optar por aquellas cosas que se valoran. A través del empoderamiento, las personas pueden tener cada vez una mayor participación en los mecanismos institucionales formales o informales, a fin de tomar las decisiones y escoger las opciones que les permitan mejorar su situación de vida. Existen dos dimensiones del empoderamiento, las cuales son fundamentales para impulsar el proceso de desarrollo:
Empoderamiento individual: se relaciona con las capacidades personales y la autovaloración. Permite a cada persona buscar el tipo de vida que desea y valora, así como participar en la comunidad y los asuntos de interés nacional.
Empoderamiento social: se vincula con las capacidades adquiridas como grupo, y requiere del empoderamiento individual de cada miembro.
Asimismo, el empoderamiento permite modificar la distribución del poder existente en una sociedad, equilibrando en el largo plazo las fuerzas de poder. Una estrategia de desarrollo sin empoderamiento implicará replicar y potenciar los desequilibrios de poder existentes entre los sectores de la sociedad. Al igual que la equidad, el empoderamiento tiene un valor constitutivo y un valor instrumental en el desarrollo humano. Empoderar a la gente tiene un valor por sí mismo, permitiendo a la gente realizar todo su potencial, mejorando su autoestima y su capacidad, permitiendo aportar su mayor contribución a la sociedad. Pero también permite acelerar la estrategia de desarrollo, ya que contribuye a modificar la institucionalidad, alterar el diseño de políticas, devolverle su naturaleza a los bienes públicos, crear oportunidades y corregir déficits sociales. Finalmente, cumple la función importante de facilitar el acceso de las personas al proceso de toma de decisiones, sobre todo a aquellas que afectan su propio futuro, y facilitando el logro de la equidad social.
El tipo de preguntas que debemos hacernos al momento de evaluar el principio de empoderamiento y participación de una política pública son:
¿En qué medida la política contribuye a fortalecer el empoderamiento individual de las personas afectadas por la misma? ¿Y el empoderamiento colectivo? ¿Qué herramientas se han contemplado para ampliar ambos niveles de empoderamiento? ¿Durante el proceso de implementación de la política (diseño, alternativas, implementación, monitoreo) se incluyó la participación de todos los sectores representativos de la sociedad vinculados a la misma (comunidad, ONGs, empresarios)? ¿Cómo se incluyó a los grupos que tienen menos voz? ¿En qué medida la política reproduce o amplía los desequilibrios de poder existentes antes de implementarse? ¿Cuáles mecanismos posee la política para nivelar los desequilibrios de poder entre los diferentes sectores de la sociedad? ¿Qué cambios institucionales se originaron a partir de la política y como resultado del empoderamiento individual y colectivo de la gente?
Sosteniblidad
Se refiere a garantizar la equidad entre las distintas generaciones. No debe ser reducida a la dimensión ecológica o ambiental, sino que comprende todas formas de deuda acumulada entre las distintas generaciones que hipotecan el carácter sostenible del desarrollo. Implica que el consumo actual o los planes de desarrollo vigentes no pueden financiarse incurriendo en deudas económicas, sociales, institucionales, financieras o ambientales, las cuales deberán ser pagadas por las futuras generaciones en términos de pérdida de calidad de vida, eficiencia productiva, oportunidades y equidad. Este principio no implica dejar intactos los recursos con los que cuenta la presente generación o limitar las oportunidades del presente para que las generaciones futuras puedan desarrollarse. Sino que lo que debe preservarse es la capacidad general de las generaciones futuras de crear un nivel de bienestar semejante al que disfrutan las generaciones presentes. En este sentido, el Estado tiene el rol de velar por el interés de los no nacidos, dado que el mercado no representa al futuro. Esto justifica, desde el punto de vista de la sostenibilidad, la intervención del Estado mediante impuestos, subsidios o regulaciones destinadas a asegurar que se preserve el potencial mínimo para el desarrollo humano, sin descuidar la garantía de los derechos políticos, civiles y sociales de los habitantes de hoy.
Las siguientes preguntas sirven como ejemplo para evaluar en qué medida una política pública cumple con el principio de sostenibilidad:
¿La política es sostenible desde el punto de vista ambiental? Es decir, ¿promueve una producción del bien o servicio duradera en el tiempo? ¿Incluye una estimación del impacto ambiental en términos de contaminación del aire, suelo y agua? ¿Se incluyen los mecanismos e internalizan los costos asociados con la reparación del medioambiente? ¿Tiene algún impacto irreparable en términos medioambientales? Y en términos económicos, ¿es sostenible o limita la generación futura de ingresos? ¿Es sostenible financieramente, es decir, el país está asumiendo una deuda que será posible financiar en el futuro? ¿Promueve la inclusión o la exclusión social? ¿Respeta las instituciones y promueve la creación de institucionalidad, o en cambio afecta la institucionalidad vigente o futura en el país?
La estrategia
La característica distintiva de este tipo de análisis basado en los principios del enfoque del desarrollo humano es que reconoce la multidimensionalidad de la vida humana, y en concordancia con ello promueve la búsqueda del bienestar de la gente en todos los aspectos y de manera simultánea. Es decir, los principios de equidad, eficiencia, empoderamiento y sostenibilidad son igualmente valiosos, y por lo tanto deben promoverse simultáneamente en toda política o estrategia de desarrollo. Esta aproximación difiere con otros enfoques tradicionales que pregonan que, por ejemplo “primero hay que crecer y luego, distribuir”, indicando la superioridad de un principio (eficiencia) sobre otro (equidad).
Además, la promoción de los cuatro principios simultáneamente no sólo tiene un valor intrínseco (valor por sí mismo), sino que tiene un valor instrumental. La evidencia ha demostrado que existen poderosas sinergias entre los meta-valores, como por ejemplo entre el crecimiento del ingreso y la creación de capacidades humanas. A medida que se amplía la base material se disponen de mayores recursos para invertir en los sectores llamados “sociales” (salud, educación, vivienda), pero también es cierto que quienes generan los ingresos son las personas, con su trabajo y creatividad, por lo que las personas con mejores condiciones de salud, educación y bienestar general pueden a su vez aportar sus conocimientos y habilidades para ampliar el ingreso de un país.
Asimismo, existen otras sinergias entre los ocho grandes objetivos del desarrollo humano: Crecimiento económico, Igualdad general de oportunidades, Eliminación de la pobreza humana, Igualdad de género, Sostenibilidad intergeneracional, Democracia política, Participación ciudadana e Identidad cultural.
Por ejemplo, el crecimiento económico junto con la igualdad de oportunidades y la participación ciudadana facilitan la eliminación de la pobreza. La promoción de la igualdad de género también tiene efectos positivos en la reducción de la pobreza, la igualdad de oportunidades o la participación ciudadana. Una identidad cultural fuerte facilita la igualdad de oportunidades, la sostenibilidad intergeneracional y le da un carácter incluyente a la democracia política. La democracia, por su parte, permite no sólo la participación ciudadana, sino también la eliminación de la pobreza y la igualdad de oportunidades. Es decir, que a través de las políticas públicas y programas deben buscarse los círculos virtuosos que potencian las estrategias de desarrollo nacionales.
Referencias
Fukuda-Parr, S. (2003). The Human Development Paradigm: Operationalizing Sen’s Ideas on Capabilities. En Feminist Economics, Vol. 9 (2 – 3), 2003 (pp. 301-317).
Haq, M. (1995). The human development paradigm. En “Reflections on Human Development” (pp.13-23). Nueva York: Oxford University Press.
Oficina de Desarrollo Humano, PNUD República Dominicana (2006). Áreas protegidas y desarrollo humano. ¿Por qué proteger a una iguana cuando hay niños desnutridos? En “Foro sobre desarrollo humano” (pp. 13-22). Nov. 2006. [http://pnud.sc17.info/files/forodh/Foro1.pdf]
UNDP Regional Centre for Asia Pacific, Colombo Office (2009). From Development to Human Development. Tool for Applying the Human Development Perspective. Colombo, Sri Lanka. [http://www2.undprcc.lk/ext/pvr/pdf/report_sections/inner-back.pdf]